Verrugas: clasificación y estrategias de tratamiento

Verrugas: clasificación y estrategias de tratamiento
Santa Marta (Comuna Central)
Especialista en mejorar la estética de sus pacientes con procedimientos poco invasivos. Médico de la Universidad del Magdalena,Magister en Ciencias Clínicas de la Universidad Rey Juan Carlos (España).
Creación: 5 nov 2024 · Actualización: 5 nov 2024

Las verrugas son lesiones cutáneas benignas causadas por la infección del virus del papiloma humano (VPH) en la piel y las mucosas. Esta infección viral, que afecta a millones de personas en todo el mundo, se presenta con una prevalencia elevada en niños y adultos jóvenes debido a factores relacionados con el sistema inmunológico y la exposición a ambientes que favorecen su propagación. Existen más de 100 tipos de VPH, y mientras algunos de ellos están asociados a riesgos oncogénicos, la mayoría de los subtipos que provocan verrugas comunes no presentan riesgo de malignidad. No obstante, el impacto de las verrugas en la calidad de vida puede ser considerable, ya que pueden causar dolor, incomodidad y efectos psicológicos derivados de la apariencia estética de las lesiones (Sterling et al., 2001). 

Este artículo aborda la clasificación de las verrugas, su fisiopatología, las distintas estrategias de tratamiento disponibles y las innovaciones recientes en el manejo de esta condición.

Clasificación y fisiopatología de las verrugas

Las verrugas se clasifican según su ubicación y apariencia en cinco tipos principales: verrugas vulgares, plantares, planas, filiformes y anogenitales (Papini et al., 2004). Las verrugas vulgares, que son las más comunes, suelen aparecer en las manos y los dedos, mientras que las verrugas plantares se desarrollan en la planta de los pies y pueden ser muy dolorosas debido a la presión que soportan al caminar. Las verrugas planas son pequeñas, lisas y pueden aparecer en el rostro y las extremidades superiores, mientras que las filiformes suelen localizarse en el área facial y presentan una forma alargada. Las verrugas anogenitales, también conocidas como condilomas, son causadas por tipos específicos de VPH y se transmiten principalmente a través del contacto sexual (Doorbar et al., 2012).

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Las verrugas se clasifican en cinco tipos principales: verrugas vulgares, plantares, planas, filiformes y anogenitales.

La infección por VPH se produce a través de microtraumas en la piel que permiten la entrada del virus, el cual se replica en el núcleo de los queratinocitos basales. Este proceso de replicación viral interfiere en la diferenciación de los queratinocitos, lo que da lugar a la formación de la hiperqueratosis y la proliferación celular características de las verrugas (McLaughlin-Drubin & Munger, 2009). La respuesta inmune del huésped juega un papel fundamental en la eliminación de la infección; sin embargo, en muchos casos, la respuesta es insuficiente para erradicar el virus, lo que permite la persistencia de la lesión.

Estrategias de tratamiento

El tratamiento de las verrugas puede ser complejo, ya que la infección por VPH tiende a persistir y las verrugas presentan una elevada tasa de recurrencia. Las opciones terapéuticas se dividen en tratamientos físicos, químicos e inmunoterapéuticos, cada uno con indicaciones específicas según el tipo y la localización de la verruga, así como la edad y condición del paciente (Bergman & González, 2014).

Los tratamientos físicos incluyen la crioterapia, la extirpación quirúrgica, el láser y la electrocoagulación. La crioterapia, que utiliza nitrógeno líquido para destruir el tejido infectado, es una de las técnicas más empleadas debido a su alta efectividad en verrugas vulgares y plantares, aunque puede requerir múltiples sesiones y es dolorosa en algunos casos (Sterling et al., 2001). La cirugía es una opción para verrugas resistentes, pero presenta el riesgo de cicatrices y recurrencias. Por su parte, el láser de CO₂ y el láser de colorante pulsado han mostrado eficacia en la erradicación de verrugas, especialmente aquellas resistentes a otros tratamientos (Sadeghinia, 2014).

Los tratamientos químicos incluyen la aplicación de ácido salicílico, ácido tricloroacético y otros agentes queratolíticos que destruyen las capas superficiales de la piel. El ácido salicílico es uno de los tratamientos más accesibles y seguros, con una eficacia comprobada en verrugas vulgares, aunque su aplicación prolongada puede ser necesaria para obtener resultados satisfactorios (Bruggink et al., 2013).

Inmunoterapia y tratamientos emergentes

La inmunoterapia ha ganado terreno en el tratamiento de las verrugas, especialmente para aquellos casos que no responden a terapias convencionales. Esta modalidad terapéutica busca estimular el sistema inmunológico para que elimine el virus de manera más efectiva. Entre los agentes inmunoterapéuticos se encuentran el imiquimod, el interferón y el antígeno de Candida, que han mostrado buenos resultados en verrugas refractarias (Higgins & Spitz, 2001). La inmunoterapia tópica con imiquimod, un modulador de la respuesta inmune, ha sido particularmente eficaz en el tratamiento de verrugas anogenitales y en verrugas persistentes en otras áreas.

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Las opciones terapéuticas se dividen en tratamientos físicos, químicos e inmunoterapéutico.

Entre los tratamientos emergentes, destaca la investigación sobre las vacunas terapéuticas para verrugas, las cuales están diseñadas para estimular una respuesta inmune específica contra el VPH. Aunque aún en fases experimentales, las vacunas terapéuticas representan un avance importante en el manejo de las infecciones persistentes y recurrentes de VPH (Stanley, 2012).

Prevención y factores de riesgo

La prevención de las verrugas incluye tanto medidas de protección personal como intervenciones a nivel comunitario. La vacunación contra el VPH ha sido una estrategia de prevención eficaz para los subtipos de alto riesgo, especialmente en el caso de verrugas anogenitales y ciertos tipos de cáncer asociados al virus. Aunque la vacunación no cubre todos los subtipos de VPH que causan verrugas cutáneas, ha demostrado reducir significativamente la incidencia de nuevas infecciones y complicaciones relacionadas (Garland et al., 2011).

El riesgo de adquirir verrugas aumenta con la exposición a superficies húmedas, como las piscinas y los gimnasios, donde el virus puede sobrevivir y propagarse fácilmente. La higiene y la protección de la piel, como el uso de sandalias en lugares públicos, son recomendaciones prácticas para reducir el riesgo de infección (Witchey et al., 2018).

Referencias

  • Sterling, J. C., Handfield-Jones, S., Hudson, P. M., & British Association of Dermatologists. (2001). Guidelines for the management of cutaneous warts. British Journal of Dermatology, 144(1), 4-11.
  • Papini, M., Giglio, M., & Moroni, P. (2004). Epidemiology of viral skin infections. Dermatology Online Journal, 10(2), 3.
  • Doorbar, J., Quint, W., Banks, L., Bravo, I. G., Stoler, M., Broker, T. R., & Stanley, M. A. (2012). The biology and life-cycle of human papillomaviruses. Vaccine, 30, F55-F70.
  • McLaughlin-Drubin, M. E., & Munger, K. (2009). Viruses associated with human cancer. Biochimica et Biophysica Acta (BBA)-Molecular Cell Research, 1793(1), 152-162.
  • Bergman, S., & González, M. (2014). Tratamiento de verrugas en pediatría. Revista Chilena de Dermatología, 30(3), 152-160.
  • Sadeghinia, A. (2014). Efficacy of CO₂ laser therapy in the treatment of viral warts. Journal of Lasers in Medical Sciences, 5(1), 30-34.
  • Bruggink, S. C., Eekhof, J. A., Egberts, P. F., van Blijswijk, S. C., Assendelft, W. J., & Gussekloo, J. (2013). Warts transmitted in families and schools: A prospective cohort. Pediatrics, 131(5), 929-934.
  • Higgins, E., & Spitz, J. (2001). Dermatoses that look like warts. Journal of the American Academy of Dermatology, 45(3), S159-S171.
  • Stanley, M. (2012). Immunobiology of HPV and HPV vaccines. Gynecologic Oncology, 127(2), 69-75.
  • Garland, S. M., Brotherton, J. M., Skinner, S. R., Pitts, M., Saville, M., & Mola, G. (2011). Human papillomavirus and cervical cancer in Australasia and Oceania. Vaccine, 30, F31-F42.
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